A veces los pequeños problemas que al principio prácticamente ni siquiera se aprecian comienzan a amontonarse formando una gran torre muy difícil de derrumbar. No sabes por donde empezar ni a que amarrarte para poder destruir esa barrera que te impide seguir hacia adelante sin destrozarte, sin herirte ni herir a nadie. Por eso los problemas hay que tratarlos desde el principio, desde la raíz, para que no vayan amontonándose ni vayan creciendo y lo que al principio parecía una simple tontería llegue a ser un infierno sin salida.
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